Shonagon y su almohada de papel

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A finales del siglo VIII se inicia en Japón el período Heian, caracterizado por su esplendor y belleza y considerado por todos los literatos japoneses como el inicio de la literatura japonesa clásica. Sin embargo, no fue hasta el siglo X que el esplendor cultural empezó su época más conocida y productiva. Fue en esa época en la que aparecieron las dos obras de literatura clásica japonesa más conocidas tanto en territorio nipón como en tierras extranjeras. Estoy hablando, por supuesto, de La novela de Genji por Murasaki Shikibu y de El libro de la Almohada por Sei Shonagon. Es este último del que voy a hablar en esta reseña y aunque ambos libros marcan la literatura de la época y nos abren una ventana a la realidad del período Heian, son dos libros bastante dispares entre sí en cuanto a su desarrollo y estructura. 

Se cree comúnmente que El libro de la almohada es llamado así por los cuadernos de notas que también han existido en la cultura occidental (llamados bedside book en inglés o livre de chevet en francés). Cuadernos de notas en los que sus autores apuntaban ideas o frases que aparecían en ese momento que oscila entre el desvelo y el sueño. Otros apuntan a la explicación que da la misma Shonagon al final del libro, de la cual se sospecha su validez.

"Un día, el Ministro del Centro entregó a la Emperatriz una pila de cuadernos. La Emperatriz me preguntó: "¿Qué se podría escribir en ellos? El Emperador ya está redactando los Anales de la Historia." Entonces yo le contesté: "Si fueran míos, los usaría como almohada:"

Sea como sea, este libro es el representante del género zuihitsu (literalmente "al correr del pincel"), bastante extendido en la época, en la que se reúnen ensayos fugaces, pensamientos íntimos, poemas o apuntes autobiográficos. Por lo tanto, es libro que carece de un hilo narrativo o de unos personajes concretos, sino que reúne textos que Shonagon escribía, ya fuera encima de su almohada o en cualquier otro lugar. 

Sei Shonagon, llamada así durante su servicio en la Corta en la década de 990, es una autora de la que poco se sabe. Durante unos años fue ayudante de la emperatriz Sadako. En el libro nos aparece como una mujer adelantada a su época, extremadamente inteligente o capacitada, cultivada y muy cínica. Es así como la vemos a lo largo de los diferentes ensayos y recuerdos que Shonagon va plasmando durante el libro. El libro de la Almohada, por lo tanto, está plagado de fragmentos que tienen en común la pluma y personalidad que los ha escrito. No hace falta comentar que la riqueza cultural que alberga este libro es incalculable. A través de escenas vistas desde el punto de vista de la autora, a través de poesía, de las largas listas que caracterizan este libro, podemos recorrer fácilmente la época, podemos acercarnos a esos años y esa cultura que parece tan lejana. Y a la vez, podemos comprobar que no es tan lejana, sino que al contrario, el ser humano parece tener varias cosas en común, pese a que centenares de años separen unos de otros. 

Sei Shonagon por Tsukioka Settei
Sin embargo, no solo el carácter estudioso que puede tener el libro lo hace interesante. A través del texto podemos recoger detalles, impresiones y observaciones de la escritora. Fragmentos que evocan emociones que aún hoy siguen intactas o largas listas de objetos o sensaciones que nos muestran el filtro de belleza con el que los cortesanos del Japón en la época Heian contemplaban el mundo. Es un libro fácil de leer, pese a que la escritura es delicada y detallista y está plagada de alusiones a poesía japonesa o china de la época. Y aunque el libro carezca de trama o de continuidad, forma un conjunto de deliciosa literatura que se hace evocador al leer y que está formado por centenares de fragmentos diferentes y a la vez, similares. Aunque se hace algo de leer, sobretodo las escenas minuciosamente relatadas, se hace a su vez interesante para todos aquellos que les produzca placer el leer escenas detalladas. El caracter de la autora se deja ver a través de sus palabras con una facilidad pasmosa y es una personalidad con tanto encanto que irremediablemente el lector cae rendido a sus pies. 

Podemos ver una contraposición en la novela de Murasaki y el libro de Shonagon. Pues mientras que Genji Monogatari tiene como transfondo el aware (la melancolía ante lo bello y fugaz), en Makura no soshi vemos plasmado el concepto de okashi, que vendría a significar lo alegre, lo ingenioso, una palabra que en el original se repite constantemente. Seguramente esta fue una de las razones que ha llevado a la sociedad japonesa a criticar a esta autora desde la aparición de Makura no soshi, pues la han tildado de superficial o cotilla innumerables veces. Y aunque Shonagon apartó la tristeza de su época, aún podemos ver la belleza e inteligencia que plasma en cada una de sus palabras. 

Las ediciones en español están publicadas por Adriana Hidalgo editora y, posteriormente, por Alianza. Esta última edición lleva más acotaciones y explicaciones que el primero y es, por lo tanto, más aconsejable (aunque yo leí la primera edición). Este libro no es un libro de lectura ligera (como puede parecer por los cortos fragmentos) ni de lectura rápida, pero sí de lectura placentera y sencilla. Shonagon carga en sus palabras las características de la época en la que vivió. No nos engañemos, este no es un libro para dormir o para leerse entre sábanas, pero sí para hacernos evocar la melancolía y belleza de los tiempos pasados japoneses. Y aunque es el invierno la estación que más ilustraba los pensamientos de pérdida y desaparición predicada por la religión, Shonagon empieza el Makura no Soshi evocando la belleza de la primavera: 

"En primavera, el amanecer. Cuando al insinuarse la luz sobre las colinas, los contornos se tiñen de un pálido rojo y purpúreos jirones de nubes flotan sobre las cimas." 
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