Vamos a ponernos serios. Siendo justos, Dragon Ball Super
todavía no ha arrancado y las críticas que ha recibido con apenas seis episodios
han sido realmente duras. En esta misma serie de reseñas yo mismo he criticado
enormemente el comienzo de la serie. Pero no es solo el argumento lo que muchos
criticamos, que parece no tener sentido por ningún lado, sino la animación. La
calidad de la animación de Dragon Ball Super pasa de ser aceptable a ser un
auténtico horror. Tanto, que ha dado a luz a numerosos memes y a varios virales
por la red. Pero hablemos del sexto episodio.
Poco hay que decir, la trama no avanza y el episodio sigue
en la tónica general de los anteriores, mucha comida interesante, situaciones
estúpidas y diálogos sin sentido. Es cierto que se revela información
interesante y relevante para la saga, sobre el planeta de Vegeta y cierta
visita que hizo Bills al lugar, y aunque no hay más información y apenas se
entiende lo que enseñan, ha sido lo más interesante de todo el capítulo.
Krillin casi muere al comer un takoyaki de wasabi, Yamtcha ha fardado de ser el
mejor guerrero del lugar y Vegeta ha adoptado una actitud opuesta a lo que
estamos acostumbrados, ha dejado su arrogancia a un lado para mostrarse más
servicial que nunca.
El dibujo y la animación de este episodio no es ni de lejos
tan malo como en los dos anteriores, aunque hay alguna escena que da escalofríos,
como ese temor que parece estar latente pero no se manifiesta. Es cierto que
los personajes ya están desarrollados por otras sagas o temporadas, pero no se
está haciendo ninguna referencia al pasado de cada uno, o qué metas tienen los
personajes. O por qué ocurre lo que ocurre. Qué deseos tiene Bills, qué
motivaciones, por qué Goku parece solo atrezzo.
En definitiva, otro episodio a ignorar excepto por esa escena del pasado de
Vegeta que parece recordar debido al ataque de Bills. Esperemos que Toei mejore
la animación, pero sobre todo el guion necesita un buen empujón.
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