Nekomanía japonesa: ¿devoción o frikismo?

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Muchos somos los humanos a los que los gatos nos resultan simplemente fascinantes. Poseen alguna cualidad que hace que no podamos evitar acariciar uno siempre y cuando lo tengamos a tiro. Los que los vemos así, no comprendemos esa terrible y mal ganada fama de que los gatos son ariscos y traicioneros. ¿Vendrá de los gatos negros en las cazas de brujas? ¿Será porque hay muchos gatos que demuestran ser más inteligentes que algunos humanos?

La japonesa es una cultura en que la devoción a los gatos está tan dentro de su ADN como sus ojos rasgados. Así como en Occidente suelen ser más popular el perro como animal doméstico, en Japón el gato es el rey de las mascotas. Pero, ¿a qué es debida esta fascinación por los gatos?

Lo más correcto es que dejéis de leer esto e intentéis buscar algún estudio antropológico de la cultura japonesa en que se analice el tema, pero si lo examinamos desde un punto de vista popular, los gatos son considerados como una especie poseedora de un sexto sentido para lo sobrenatural. Si intentamos buscar alguna explicación racional a esto sería tan simple como achacarlo a una increíble capacidad auditiva que les hace poseedores de su famoso instinto felino. Si a esto sumamos su asombrosa agilidad, obtenemos un animal que percibe cosas que nosotros no, y que de buenas a primeras puede salir corriendo como un loco por el pasillo de casa sin motivo aparente (y de paso darte un susto de muerte). Debido a este tipo de comportamiento, muchos les atribuyen capacidades extrasensoriales para ver "cosas del más allá".

Los gatos tienen un magnífico ojo para lo sobrenatural

En la cultura japonesa todo aquello relacionado con lo sobrenatural es tan normal y cotidiano para ellos como lo es el consumo de arroz. No es que crean o dejen de creer, es que forma parte de su forma de vida y de su modo de sentir. Resulta difícil de entender para un occidental, ya que aquí tenemos tendencia a cuestionarlo todo y a tratar de razonar la fe. En Japón los Yôkai (apariciones, espíritus, demonios) son algo cotidiano, una parte más del día a día de un nipón.

Aparte de la vertiente sobrenatural felina, siempre he creído que el gato (o el neko, hablemos con propiedad, que esta es una web sobre cultura japonesa) tiene muchos rasgos del carácter nipón o quizá es el nipón el que tiene rasgos gatunos. Siempre dicen que las mascotas acaban pareciéndose a sus dueños, o al revés, y por algo lo dirán. El asunto es que el neko es un animal elegante, es refinado, es limpio y es ordenado; una descripción bastante precisa de lo que sería un japonés. Son animales caseros, a los que les gusta la intimidad y la soledad. Son muy sociables, pero siempre y cuando sean ellos quienes escojan el cómo y el cuándo quieren serlo. Es más, me atrevería a decir que los humanos somos sus mascotas, ya que ellos escogen a su antojo sus lugares predilectos de la casa, cuándo y dónde desean ser acariciados y cuál es su momento predilecto para jugar. Y es que no debemos olvidar que vivimos en su casa: ellos pasan en nuestras supuestas viviendas 24 horas al día, 365 días al año, algo que nosotros (afortunadamente) no hacemos.

Gatoteca en estado puro
Por desgracia para los japoneses, en las grandes ciudades son muchos los que no pueden permitirse el lujo de compartir su vida con un felino: los espacios son tan reducidos que no es posible poseer mascota. De ahí que hayan surgido los populares (y ya extendidos por todos los rincones del mundo) bares de gatos. Puede tratarse de una cafetería o tan solo un espacio de recreación, al que la gente acude a jugar con gatos. ¿Suena triste? Bueno, un poco sí. No deja de ser un modo de buscar compañía en una cultura en la que las muestras de cariño son tremendamente contenidas.


El tipo de gato más famoso y popular en Japón es el calicó o gato tricolor. El color base del pelaje de estos neko es generalmente blanco, combinado con naranja-amarillo y negro. Si nos basamos en los colores, no es de extrañar que sea popular ya que el blanco es considerado como un color de pureza y cosas positivas, el naranja-amarillo hace referencia al dorado y a su relación con el oro (y por lo tanto con el dinero), y el negro es considerado como un color que protege de los malos espíritus.

Dato curioso respecto a los gatos tricolores que seguro que más de uno desconoce: todos los gatos tricolores son hembras. Existen excepciones, como en todas partes, pero lo normal es que si descubrimos a un macho tricolor este sea estéril: solo 1 de cada 3.000 gatos tricolores son machos, y de ellos solo 1 de cada 10.000 es fértil. El hecho de que este fenómeno solo se dé en hembras es debido a que se trata de un carácter ligado al sexo, al femenino en este caso: las hembras solo transmiten cromosomas sexuales X y los machos pueden transmitir cromosomas X e Y. Cuando en una cría se combinan dos cromosomas XX de sus progenitores, lo que solo sucede en las hembras, podemos obtener como resultado un gato calicó.

Gato calicó
Eso sí, la situación de los colores en el pelaje del felino es completamente arbitraria. Tanto que en 2001 se clonó el primer gato de la historia y por supuesto se escogió para ello un gato calicó: el gato resultado de la clonación no solo no tenía la misma disposición de los colores, sino que el resultante no fue un gato tricolor, se quedó tan solo con dos colores, perdiendo el color naranja del gato original.

Dentro de las representaciones de los gatos en el mundo de la cultura y el arte, podemos encontrar los famosos Ukiyo-e de gatos, un tipo de impresión japonesa que se realiza a través del uso de bloques de madera tallada. Su uso en el período Edo fue muy extendido, representando sobre todo paisajes, escenas de la vida cotidiana o mujeres hermosas. ¡Y gatos! La ventaja de esta técnica es que con un bloque tallado se podían efectuar numerosas repeticiones del mismo motivo. El que ya representasen gatos en aquel momento implica que los japoneses ya estaban fascinados con los minimos en el siglo XVIII (y seguro que mucho antes también). Así que aunque podamos pensar que la fiebre es más o menos actual a raíz del desarrollo de Internet y sus vídeos de gatitos, ya veis que no es así.

Si en el arte encontramos representaciones felinas, en la literatura no nos quedamos atrás. Que alguien con el prestigio de Natsume Sôseki publicase un libro titulado Soy un gato, es indicador de ello. Sôseki escogió a un felino como narrador y protagonista de su libro para plasmar una visión de la cultura japonesa hecha desde fuera. De este modo, el narrador se permite la licencia de escuchar conversaciones y de presenciar conductas que de ese modo podrá diseccionar y criticar libremente. Al fin y al cabo, es solamente un gato.

Gatos en la literatura

Otra novela en la que encontramos un reflejo del mundo nipón es El gato que venía del cielo, de Takashi Hiraide. Nos narra cómo un gato, Chibi, escoge a sus amos y se instala en su casa. A través de este recurso tan sencillo, se nos muestra la problemática de la vivienda en Japón en los años ochenta en que el precio de la vivienda se disparó y eso provocó que toda una generación de japoneses se hipotecase de por vida (anda, esta problemática me suena de algo).

Gatos encontramos también en Kafka en la orilla, de Haruki Murakami. Y no solamente como algo secundario, sino como protagonistas de la trama gracias a que uno de los protagonistas del libro, Satoru Nakata, tendrá la habilidad de comunicarse con ellos. Tan presentes están en el libro, que hasta uno de los personajes es un asesino de gatos.

¿Pensáis que ya no puede haber más cosas extrañas y curiosas relacionadas con los gatos y con Japón? Me he dejado la más singular para el final. ¿Conocéis la isla Tashirojima? Es una pequeña isla de tan solo unos 100 habitantes... humanos. Porque el número de habitantes felinos se cuenta por miles. El origen de esta gran población gatuna se originó a raíz del cultivo de gusanos de seda en la isla, actividad que suele conllevar la aparición de ratones, ya que les gusta alimentarse de este tipo de gusanos. Para controlar los ataques de los roedores, los habitantes de Tashirojima comenzaron a llevar gatos a la isla, y ahora las calles están colmadas de ellos. Es más, los propios habitantes creen que los gatos les traen suerte, salud y riqueza, por lo que son tratados como auténticos dioses. Así que si los gatos os asustan, ¡no os acerquéis por allí!
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